
Aquellas noches vacías, nada le quedaba. Pero aun así sabía que en las estrellas había un padre que lo guiaba y lo protegía. Y fue su sombra la que vagó eterna hasta al fin encontrarlo. Entonces apretó los ojos y prometió no derramar ni una lágrima porque su destino era ser fuerte. Y así juró nunca olvidar y estar siempre de parte de los que sufren. Y se acercó a la piedra que prometía el fracaso y la burla, pero su deseo fue más fuerte.Desde lo hondo una llama le precedió con bendiciones hacia la roca y tembló el universo. Tembló y lloró.
La espada de la realidad sagrada y del tiempo había escogido nuevamente a un amo. Y se hizo la grieta y se elevó hacia los cielos. Desde aquel día, el niño supo que jamás volverá a ser lo mismo.
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